Después de la caída de Bilbao y cuando las tropas sublevadas contra el régimen de la República se disponían a atacar Santander, la República trató de golpear a los nacionales en sus posiciones en torno en Madrid. En concreto en el sudoeste de la capital.

El plan, ideado por el entonces jefe del Estado Mayor republicano, coronel Vicente Rojo, con la aquiescencia de los asesores soviéticos consistía en lo siguiente: Dos cuerpos de ejercito romperían el frente de los rebeldes en Brunete y después en Navalcarnero, se lanzarían contra el Cuerpo del Ejercito Sublevado por su retaguardia. Otros dos cuerpos de ejercito descargarían golpes auxiliares desde zonas situadas al norte de Aranjuez y al sudeste de Madrid, al encuentro de las fuerzas principales del frente del Centro. De esta forma, las comunicaciones del Ejercito de Franco deberían ser cortadas, una parte de dicho ejercito debería quedar cercado y no debería ser difícil su aniquilamiento.

El ataque se centró en el punto elegido por los comunistas: Brunete.

Se habían concentrado dos cuerpos de ejército:

  • El 5º Cuerpo de ejército a las órdenes de Modesto. En dicho cuerpo se incluían:
  • La 11ª División de Líster
  • La 46ª de «el Campesino»
  • La 35ª de «Walter»
  • El 18º a las órdenes del coronel Jurado.
  • La 15ª División de «Gal» (11ª y 12ª Brigada Internacional)
  • La 34ª de Galán
  • La 10ª de Enciso

La reserva la formaban la 45ª División de Kleber y la 39ª de Durán.

Este ejército sumaba 85.000 hombres y era apoyado por 40 carros blindados, 300 aviones, 130 tanques y más de 220 piezas de artillería de campaña. El objetivo era avanzar hacia el pueblo de Brunete desde el sector norte de la carretera de Madrid-El Escorial para aislar por el oeste a los ejércitos que sitiaban la capital. Rojo, esperaba que los republicanos alcanzasen estos objetivos antes de que llegasen refuerzos a los franquistas.

La superioridad del Ejercito Republicano era tan aplastante que Rojo, basándose en cálculos completamente lógicos y normales, esperaba que las escasas fuerzas nacionales que les hacían frente fueran aniquiladas antes de que Franco pudiera enviar tropas de reserva desde el norte de España.

A los nacionales les sorprendió la ofensiva sobre Brunete. En la línea que había que soportar el embate más fuerte había elementos dispersos de la División 71 en su mayoría falangistas y unos 1.000 marroquíes.

A las diez de la noche del 5 al 6 de julio de 1937 las fuerzas de la 11 ª División, al mando de Lister, comenzó a salir de los cercanos pinares de Valdemorillo y a manchar hacia el espacio libre que había entre Quijorna y Villanueva de la Cañada, unos tres kilometros.

A la seis de la mañana la 100 Brigada de la 11 ª División había rodeado Brunete, mientras la IX Brigada de la citada División avanzaba hacia el Río Guadarrama y dos batallones de la 100 continuaban hacia Sevilla La Nueva y Navalcarnero.

Las tropas nacionales de Brunete, al verse atacadas tanto por su vanguardia como por su retaguardia sufrieron un pánico considerable y a las siete de la mañana Brunete había sido tomada, sufriendo los sublevados unos doce muertos y fueron capturados unos 250 prisioneros.

A la vez que la División de Lister entraba en Brunete, una de las patrullas de la citada División llegaba a la entrada de Navalcarnero, donde fue apresada sin lucha. Este el momento de máxima penetración del ejercito republicano.

En cuanto el Cuartel General del Sector, situado en Villa del Prado, de las tropas nacionales y el Cuartel General del Generalisimo en Burgos tiene conocimiento de la ofensiva republicana se dictan dos ordenes claves:

  • Que las pequeñas guarniciones del frente resistan hasta el fin, mientras las escasas reservas nacionales del frente de Madrid acuden en su ayuda.
  • Que las Brigadas de Navarra aplacen su avance en el Norte para reforzar al Cuerpo de Ejercito de Madrid.

La primera de las ordenes, resistir hasta el último hombre, fue cumplida a la perfección.

En Villanueva de la Cañada, la bandera de la Falange de Sevilla, resistió durante todo el día 6 de julio a las Brigadas 16 y 68, de la División 34 (Galán), reforzadas con batallones de las Brigadas Internacionales XIII y XV (que formaban la División Internacional de Walter). La resistencia duró hasta las nueve y media de la noche, falleciendo el comandante de la posición y todos los oficiales.

El día 7 de julio, las tropas republicanas se vuelcan sobre Villanueva del Pardillo que se encuentra defendido por el Octavo batallón de San Quintín, frente a las Brigadas Mixtas 2 y 111 de la División Enciso reforzadas por el “Batallón Garibalidi” de la XII Brigada Internacional y bastantes carros. La resistencia se prolongó hasta el día 10 de julio.

En Vértice Mocha resisten la primera centuria de la Quinta Bandera Falangista de Castilla y media compañía del Quinto Tabor de Regulares de Larache que consiguen mantenerse hasta el día 10 de julio frente a la Tercera Brigada Mixta completa y un batallón de la 68.

Otro batallón de la tercera Brigada Mixta, el 270, ataca el Castillo de Villafranca del Castillo, defendido por una sección de voluntarios Las Palmas, y no consigue dominarlo hasta el día 10 de julio. En cambio en el pueblo de Villafranca del Castillo, la otra mitad de la compañía del Quinto Tabor de Regulares y de los voluntarios canarios, estando totalmente cercados por fuerzas treinta veces superiores, logran romper el cerco y retirarse a posiciones nacionales mejor guarecidas gracias a la ayuda por sorpresa del Segundo Tabor de Regulares de Tetuán.

La más celebre y eficaz de las defensas fue la que se produjo en Quijorna y Vértice Llanos.

Quijorna estaba defendida por la falange local, dos centurias de la Quinta Bandera de Castilla y una Compañía del Tabor Ifni-Sahara. Contra ellos se enfrento la División comunista 46 de Valentín González “El Campesino”, con tres Brigadas Mixtas, que protegía así el avance de Lister hacia Brunete por el flanco izquierdo. Todo el día 6 y casi todo el día 7, 200 hombres resisten el ataque de 4000 y el día 8 logran abrirse paso entre dos Brigadas Mixtas e incorporarse a las lineas propias en Navalagamella. Dicho pueblo no fue rebasado por las tropas de “El Campesino”.

La resistencia nacional durante los primeros días de la ofensiva republicana permitió que el Alto Mando rebelde, al ordenar que todos los batallones de reserva locales entrasen en acción, taponase la brecha forzada por las tropas republicanas no permitiendo a la 11 ª División de Lister ni a las tropas de “El Campesino” que avanzasen hacia Navalcarnero o a Navalagamella, respectivamente.

Boadilla del Monte resistió: el Vértice Mósquito, con el capitán Goméz Landero al mando que aniquila la capacidad ofensiva de la XV Brigada Internacional, que se bate con heroísmo y pierde sus mejores hombres. Por su parte, el General Carlos Asensio Cabanillas, jefe del sector de Guadarrama, obliga a detenerse y a atrincherarse a todo el XVIII Cuerpo de Ejercito Repúblicano.

El día 10 puede afirmarse que la ofensiva ha sido detenida, y lo ha sido unicamente con las reservas locales. La disposición de las fuerzas republicanas era la siguiente:

  • El XVIII Cuerpo de Ejercito de Jurado con sus divisiones 34 y 10 esta frenado por la División 12 del General Asensio en Boadilla del Monte.
  • La 11 ª División de Lister en la flecha de Brunete atrincherada frente a Sevilla La Nueva.
  • La 46 División de “El Campesino” tratando de ampliar su avance sobre Quijorna.

Mientras en el lado nacional, la Divisíón 13 de Barrón tapona frontalmente el paso hacia Navalcarnero y la 150 de Saénz de Buruaga cubre el flanco occidental en la linea del cauce del Perales.

En plena batalla el Cuartel General, el Cuartel General Nacional nombra al general Varela como Jefe Supremo para la defensa y el Contraataque en campaña. Todas las fuerzas nacionales en Brunete quedan encuadradas en el Cuerpo de Ejercito Provisional de Brunete, incorporándose el día 10 de julio a dicho Cuerpo dos Brigadas de Navarra que en realidad son divisiones. Son la Cuarta mandada por el coronel Camilo Alonso Vega y la quinta mandada por Bautista Sánchez González.

Estas dos Divisiones serán las encargadas de encabezar el contraataque, la primera por le flanco izquierdo la segunda por el flanco derecho. Durante los primeros días el contraataque es una guerra de desgaste. Este guerra de desgaste provoca el aniquilamiento de la capacidad ofensiva y de la moral del XVIII Cuerpo de Ejercito de Jurado, empeñado en rebasar la línea Mosquito-Romanillos, que vigila el cauce del Guadarrama. De hecho el propio Jurado es relevado del frente que es sustituido por el teniente coronel Segismundo Casado.

Las fuerzas principales del citado XVIII Cuerpo eran la 15 División Internacional mandada por Gal y la 45 División Internacional de Kleber: La primera cuenta con las XIII y XV Brigadas Internacionales y la segunda con las XII y 150 Brigadas Internacionales. A las citadas XIII y XV se les encarga la conquista de la línea atrincherada de Mosquito-Romanillos.

La XV División queda desecha perdiendo incluso a uno de sus jefes, George Nathan. La XIII cae presa del pánico y abandona el combate, e incluso tratan de desertar. Parten dirección Galapagar desde donde se dirigen a Madrid, por Torrelodones. Son detenidos en el monte del Pardo.

Por su parte, el V Cuerpo de Ejercito Republicano tampoco estaba en un buen momento. La 11 ª División de Lister tiene que ser relevada por la División 14 ante la posible de su derrumbe.

El día 24 de julio, Varela ordena una contraofensiva general, que a costa de grandes perdidas logra hacer retroceder a los republicanos. De hecho la 13 División nacional reconquista Brunete. Ahora son los republicanos los que a la hora de la defensa responden con dureza oponiendo una fuerte resistencia al avance nacional. De hecho la IV Brigada Navarra sufre perdidas gravisimas.

Los Republicanos preparan una línea defensiva a un kilometro de Villanueva de la Cañada, que resulta definitiva, a pesar del empuje nacional quedando ya fijada la línea del frente fijada en este punto en lo que queda de guerra.

Nada hemos mencionado del papel de la aviación en esta batalla. Por primera vez los aviadores sovieticos lograron resultados positivos en la caza nocturna obligando a la Legión Condor a abandonar los bombardeos nocturnos que a principio de la batalla tuvieron gran éxito. Por otra parte, hicieron su aparición los cazas alemanes Me-109, de calidad superior a los Mosca sovieticos. A partir de esta batalla el dominio del aire tuvo signo nacional. La aviación nacional logró desbaratar varios contraataques republicanos.

Varela quería perseguir a los republicanos pero Franco le hizo desistir de ello, señalando la necesidad prioritaria de terminar la guerra en el norte. Los republicanos conservaron las localidades de Quijorna, Villanueva de la Cañada y Villanueva del Pardillo, pagando por ello un precio de 20.000 muertos y 100 aviones. Los nacionales perdieron 23 aviones y 17.000 hombres.

La batalla guarda cierta similitud con la del Jarama, Guadalajara o la de la carretera de La Coruña a la inversa. Ambos bandos declararon haber alcanzado la victoria. Es cierto que la batalla sirvió para aplazar las ofensivas del norte y los republicanos conquistaron una superficie de unos seis kilómetros de profundidad por 16 anchura pero no alcanzaron sus objetivos. De hecho los republicanos perdieron mucho material valioso y muchos soldados veteranos de forma que la batalla de Brunete puede considerarse como una derrota. También constituyó un revés para los comunistas que la habían patrocinado. La bajas sufridas por las Brigadas Internacionales en Brunete fueron de excepcional gravedad. Los batallones «Lincoln» y «Washington» sufrieron tales pérdidas que hubo que fusionarlos.

Los teóricos militares han venido debatiendo la importancia táctica de la batalla de Brunete para el uso de los tanques. El capitán checo Miksche apuntó que el fracaso de los tanques republicanos se debió a que éstos se desplegaron para apoyar a la infantería, con arreglo a las teorías francesas, pero Varela, ante la insistencia del alemán Von Thoma, concentró sus tanques a fin de hallar una punta de lanza haciéndose con el triunfo. La República siempre siguió la táctica de dispersar a sus unidades acorazadas, ya se tratara de artillería, aviación o tanques.

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