Juan Martín Diez, el Empecinado, el héroe de la Guerra de la Independencia que acabó ahorcado por orden del rey felón Fernando VII

Juan Martín Diez el Empecinado nació el 2 de septiembre de 1775 en Castillo de Duero, un pueblo de la castellana provincia de Valladolid. El mote de empecinado no le venía por que fuera una persona terca, sino porque a los habitantes del pueblo donde nació se les conocía como empecinados debido a unas ríos llenos de pecina (una especie de lodo) que atravesaban el pueblo.
En el año 1793, a la edad de 18 años, se enroló en las tropas del rey Carlos IV que hicieron la guerra al francés en el Rosellón. Anduvo guerreando contra los franceses durante los dos años que duró la guerra y en Francia comenzó su recelo ante los franceses.
De regreso a España, el Empecinado se casó en 1796 con Catalina de la Fuente y se instaló en el pueblo de su mujer trabajando como labriego, en Fuentelecén, en la provincia de Burgos. Trabajando como labrador se encontraba cuando las tropas francesas del emperador Napoléon aparecieron por el pueblo en 1808 y presenció la violación de una muchacha por un soldado francés. Juan Martín auxilió a la muchacha y mató al soldado.
A raíz de ese suceso organizó una partida de guerrilleros integrada por amigos y familiares que actuaban entre Madrid y Burgos. Entrado junio de 1808 la partida del Empecinado se unió a las tropas españolas y participó en las batallas de Cabezón de Pisuerga (12 de junio de 1808) y Medina de Rioseco (14 de julio de 1808). Las dos batallas fueron perdidas por las armas españolas.
Viendo la superioridad militar manifiesta del ejército francés sobre el español, el Empecinado decide lanzarse a la guerra de guerrillas y tuvo bastante éxito en acciones llevadas a cabo en Aranda de Duero, Sepúlveda, Pedraza y toda la cuenca del Río Dueero. Nombrado capitán de caballería en 1809 sigue teniendo éxito en la guerra de guerrillas por las Sierra de Gredos, Ávila, Salamanca, Cuenca y Guadalajara, dañando las líneas de comunicación y suministro del ejército francés, interceptando correos y mensajes del enemigo y apresando convoyes de víveres, dinero, armas, etc.
Los enormes perjuicios que causaban las partidas de el entonces capitán Juan Martín Díaz hizo que los mandos del ejército invasor nombraran al general Joseph Leopold Hugo como «perseguidor en exclusiva» del Empecinado y sus gentes.
El tal Leopold tuvo la ocurrencia de secuestrar a la madre del Empecinado y alguno más de sus familiares y envió un mensaje al guerrillero con fusilarlos sino se entregaba. El capitán Juan Martín le respondió amenazando con fusilar a 100 franceses que tenía prisioneros. Los franceses liberaron a los familiares del Empecinado.
Combatió en Ciudad Rodrígo, estuvo al mando del regimiento de húsares de Guadalajara que contaba con unos 6.000 soldados siendo nombrado General, en agosto de 1812 liberó la ciudad de Guadalajara, en septiembre de 1812 liberó Cuenca y ayudó en la defensa de Alcalá de Henares.
Acabada la guerra y derrotado el francés, el ahora general Juan Martín Díaz estuvo al mando de varios cuerpos de ejército situado en la frontera con Francia como por ejemplo la compañía del Regimiento Infanteria Burgos nº2 desplegadas en el Valle de Broto (Huesca).
Una vez que regresó el rey Fernando VII regresó a España, abolió la Constitución liberal de 1812, el Empecinado entregó una carta al rey solicitando que fuera restablecida la citada Constitución y se convocaran las Cortes. Como respuesta, el rey lo desterró a Valladolid.
El 1 de enero de 1820 el teniente coronel Riego se subleva contra Fernando VII y logra que vuelva a estar vigente la Constitución de 1812 durante el llamado trienio liberal, de 1820 a 1823. Durante este tiempo fue nombrado gobernador militar de Zamora y eventualmente, Capitán General.
Una vez que gracias a los Cien Mil Hijos de San Luis al mando del Duque de Angulema Luis Antonio de Borbón, los liberales fueron derrotados en septiembre de 1823, Fernando VII volvió a derogar la Constitución de 1812 y ello llevó al entonces al Capitán General Juan Martín Díaz al destierro a Portugal.
A finales de 1823 el Empecinado pretendió volver a ponerse al frente al frente de las fuerzas liberales y regresó a España pero fue sorprendido en un pueblo de Valladolid, Olmos de Peñafiel.
Trasladado a Nava de Roa fue exhibido en una jaula y el 20 de agosto de 1824 fue ahorcado por orden del rey Fernando VII. Pérez Galdós cuenta en Los Episodios Nacionales que «el Empecinado» murió a bayonetazos, cuando camino al patíbulo se desencadeno en un arranque de desesperación y fuerza y consiguió quitar la espada al oficial que le acompañaba al patíbulo.