A la muerte de su padre Felipe “El Hermoso”, en el año 1506, dada la incapacidad de su madre, heredera legítima de Isabel I, heredó el reino de Castilla y a la muerte de su abuelo, Fernando “El Católico”, heredó el reino de Aragón produciéndose realmente la unión de los reinos de España en la cabeza de un único monarca, Carlos I.

En 1515 fue declarado mayor de edad y desde entonces el joven Archiduque se encargó del gobierno de Flandes. A la muerte de su abuelo materno, Maximiliano I, 1519, fue elegido emperador de Alemania, correspondiéndole como tal el nombre de Carlos V.

El 4 de noviembre de 1517, desembarco en Villaviciosa (Asturias), desconociendo la lengua y las costumbres de España, trayendo un soberbio plantel de nobles flamencos, presididos por Guillermo de Croix, señor de Chievres, hombre con alta influencia en la voluntad del rey.

No tardó Carlos en derrochar enormes sumas en gastos de la Corte y fiestas, convocando a las Cortes en Valladolid en 1518, confiando su presidencia al flamenco Juan Le Suavage y obteniendo una gran suma de dinero.

Tal y como hemos comentado anteriormente fue elegido emperador de Alemania en 1519. Para su coronación necesitaba dinero. Para conseguirlo convocó las Cortes en Santiago de Compostela, en las cuales, los procuradores se negaron a darle los subsidios necesitados. Traslado las Cortes a La Coruña, en donde si logro lo deseado a costa de prometer, amenazar y cohechar a algún procurador, consiguiendo un subsidio de 400.000 ducados, gracias también al préstamo del banquero Jacobo Függer.

En La Coruña, en 1520, embarcó hacia Alemania y fue coronado como emperador. De este modo, y pese a la oposición de Francisco I de Francia y Enrique VIII de Inglaterra. Carlos I reunió en su persona los territorios procedentes de la cuádruple herencia de sus abuelos:

  • Habsburguesa (Maximiliano I): Alemania
  • Borgoñona (María de Borgoña): Países Bajos
  • Aragonesa (Fernando el Católico): Aragón, Cerdeña, Sicilia y Nápoles.
  • Castellana (Isabel la Católica): Castilla y América.

Dejó como regente de Castilla, contra la voluntad de las Cortes al Arzobispo Adriano

No obstante, los Estados gobernados por Carlos I o por sus representantes conservaron sus leyes tradicionales, fueros, lenguas, monedas, fronteras e instituciones. Durante su reinado alternó el gobierno de los reinos hispánicos con la atención a los problemas del Imperio germánico. Finalmente, cansado de las numerosas guerras y la agitada política exterior, en las abdicaciones de Bruselas (1555-1556), Carlos I adjudicó la herencia borgoñona, aragonesa y castellana a su hijo Felipe II, mientras que el legado de los Habsburgo y el título imperial iban a parar a manos de su hermano Fernando I, que era además Rey de Bohemia y Hungría (desde 1526) y Rey de Romanos (desde 1531). De este modo, Carlos I consumaba la escisión de los Habsburgo en dos ramas, la austroalemana y la española. Posteriormente, el monarca regresó a España para ingresar en el monasterio de Yuste el 3 de febrero de 1557. Allí permaneció recluido hasta su muerte, acaecida el 21 de septiembre de 1558.

Política Interior

En 1517 llegó a España para hacerse cargo del gobierno de los reinos de Castilla y Aragón, tras la muerte de su abuelo Fernando el Católico, acaecida un año antes. Tres años después partió hacia Alemania para hacer valer su proclamación como Emperador germánico, a la que había contribuido notablemente el apoyo económico otorgado por el banquero Jacobo Függer. Estuvo en Alemania, ocupado en los asuntos imperiales, hasta 1522, fecha en la que regresó a sus reinos peninsulares. En su ausencia se había producido la revuelta de los comuneros de Castilla, que acabaría con la ejecución de los tres cabecillas (Padilla. Bravo y Maldonado) en Villalar (1521). Mientras tanto, en Valencia y Mallorca tienen lugar las denominadas Germanías, revueltas antinobiliarias que fueron duramente reprimidas. El triunfo de los partidarios de Carlos I consolidó el poder de la monarquía, vinculó a la nobleza con la política real y debilitó la fuerza de las Cortes (que sólo se reunieron en cuatro ocasiones en la década de 1520) y de la burguesía. que, sobre todo en Castilla, quedó relegada a desempeñar un papel político y económico secundario. Resuelto el problema de las revueltas, entre julio de 1522 y julio de 1529 (el periodo que más tiempo pennaneció Carlos I en España), el monarca se dedicó a solucionar los problemas internos mediante la reestructuración del régimen polisinodial que habían iniciado los Reyes Católicos. Para ello organizó el gobierno de sus territorios peninsulares en cinco consejos consultivos: Castilla. Aragón. Inquisición. Ordenes Militares y Cruzada), a los que se fueron añadiendo nuevos consejos, a medida que surgían otras necesidades: Estado (1522), Hacienda (1523). Indias (1524), reorganización del Consejo de Guerra (1524). A partir de 1529 estuvo bastante tiempo alejado de sus territorios peninsulares, ocupado en una política exterior trepidante. En su ausencia dejó como gobernadora de Castilla a la Emperatriz Isabel de Portugal. No obstante, el monarca regresó en cuatro ocasiones a sus reinos hispanos con el objetivo fundamental de conseguir subsidios para sufragar sus guerras europeas. Como consecuencia, el balance económico de su política exterior resultó desastroso para la hacienda castellana, ya que la mayor parte de sus rentas iban destinadas a pagar a los banqueros alemanes e italianos que habían sufragado las guerras del Emperador. Esta situación propició que en 1551 la deuda estatal ascendiera a casi siete millones de ducados.

Política Exterior

Una vez solucionados los problemas internos hispánicos de la década de 1520, su reinado estuvo marcado por una activa política exterior trepidante cuyos ejes fundamentales fueron: la guerra contra Francia para dilucidar la hegemonía europea, el descubrimiento y colonización de territorios en el Nuevo Mundo, el enfrentamiento con los príncipes protestantes con el objetivo de hacer valer su titulo imperial y la guerra contra los turcos por el control del Mediterraneo. La primera fase de la política exterior carolina estuvo fuertemente marcada por el enfrentamiento contra Francisco I de Francia, que controlaba el Milanesado, posición clave para que Carlos I pudiera conectar sus posesiones centroeuropeas con sus territorios mediterráneos. El enfrentamiento bélico acabo con el triunfo de las tropas imperiales. especialmente efectivo en la batalla de Pavía (1525), que desembocó en el tratado de Madrid (1526) y. después de otro conflicto armado en Italia, en la paz de Cambray (1529), mediante la cual Francisco I renunciaba al Milanesado y al resto de sus pretensiones italianas. No obstante, el enfrentamiento con los franceses, que eventualmente se alianan con los turcos y los protestantes, no cesó a lo largo de todo el reinado de Carlos I. Mientras esto sucedía en Europa, en el Nuevo Mundo los conquistadores españoles realizaban numerosos progresos: entre 1519 y 1522 Hernán Cortés incorporó a la Corona el Imperio azteca. Una década más tarde, Francisco Pizarro hacía lo propio con el Imperio andino de los incas. En 1540 Pedro de Valdivia conquistó Chile, después del intento fracasado que había realizado Almagro cinco años antes. Un año después. Francisco de Orellana tornaba posesión de la Amazonia. Al mismo tiempo, en Europa los conflictos tenían lugar en varios frentes. Los turcos suponían un serio peligro para el control del Mediterráneo y para el pacífico desarrollo del comercio en el interior de sus aguas. Por ese motivo, las tropas de Carlos I tornaron Túnez en 1535. A pesar de todo, el poderío naval de los turcos no sería totalmente aniquilado hasta la batalla de Lepanto (1571). Por su parte, en Alemania la causa del protestantismo se desarrollaba con fuerza. A partir de 1530. fecha en la que el Papa Clemente VII coronó a Carlos V como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, el enfrentamiento con los príncipes alemanes convertidos al protestantismo resultó inevitable. Carlos I intentó solucionar el problema por la fuerza de las armas, logrando inicialmente un gran triunfo en Mühlberg (1546) sobre la Liga de Esmalcalda (formada por los príncipes protestantes). Mientras tanto tenía lugar el Concilio de Trento, cuyo objetivo era dar cumplida réplica a los protestantes mediante un reforzamiento del catolicismo. Carlos V se presentaba entonces como el protector político del Concilio y el abanderado de la Contrarreforma católica frente a la causa protestante. Sin embargo, un recrudecimiento paralelo del enfrentamiento contra los franceses, los protestantes y los turcos, obligó al Emperador a reconocer al protestantismo germánico (paz religiosa de Ausburgo, 1555) y a concluir la guerra contra Francia (tregua de Vaucelles, 1556).

Familia Real

Se casó con Isabel de Portugal. hija del Rey Manuel I (1495-1521), con la que tuvo cinco hijos. de los cuales sólo vivieron cuatro: su sucesor Felipe II, Juan (que murió siendo niño), Maria (Reina de Bohemia) y Juana (Princesa de Portugal). A esta relación habría que sumar varios hijos naturales, entre los que destacaron Juan de Austria y Margarita de Austria.

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